lunes, 14 de abril de 2008

EL AGUA O LA VIDA


El agua o la vida
artículo de Lorenzo Bernaldo de Quirós
MADRID, 12 Abr. (OTR/PRESS) -
En España, el agua se ha convertido en un problema de primera magnitud. El problema no es coyuntural, sino estructural. Aunque volviesen las lluvias, el panorama no mejoraría de manera sustancial. El desplazamiento de población y de actividad económica, así como la concentración turística en las regiones costeras del Levante, plantea un escenario muy preocupante en áreas en donde los acuíferos disponibles están cerca de su utilización plena o claramente sobreexplotados. Por tipos de usos, la demanda global se distribuye de la siguiente manera: el 18 por 100 corresponde al consumo urbano (doméstico e industrial); el 68 por 100 es absorbida por el riego y el 14 por 100 restante corresponde a la refrigeración de las centrales. Para hacerse idea del peso enorme del regadío basta considerar que una reducción del 19 por 100 del consumo de agua por parte del sector agrario equivale a todo el consumo doméstico.

Las restricciones impuestas por la legislación a la utilización del agua por parte de los concesionarios eliminan de raíz cualquier interés de aquellos en conservar los recursos hídricos y convierten en realidad el aforismo "agua no consumida, agua perdida". La otra fuente de ineficiencias es el mantenimiento de unos precios artificialmente bajos por parte de las Administraciones responsables (Estado y gobiernos locales). Los usuarios del agua no pagan su coste real, lo que determina un consumo excesivo de H20. Esa situación es especialmente grave en la agricultura cuyo consumo de agua es casi gratuito, el precio puede caer hasta los 0,01 euros el m3. En consecuencia, la demanda agrícola del líquido elemento es prácticamente ilimitada.

La teoría económica y la evidencia empírica enseñan que la gente puede conservar el agua si tiene incentivos para ello. Por tanto, la clave para resolver el problema estriba en crear instituciones que generen esos incentivos, lo que supone establecer y garantizar derechos de propiedad sobre los recursos hídricos y permitir que el sistema de precios regule la oferta y la demanda. En la gestión del agua, como en todo, lo que falla es la planificación central.

LORENZO BERNALDO DE QUIROS

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